Ryan Institute y School of Natural Sciences, National
University of Ireland Galway, Irlanda.
“Soy un zoólogo especializado
en el estudio de cefalópodos, actualmente centrado en el estudio de la
filogenia y filogeografía de calamares oceánicos gracias al soporte del Irish
Research Council (G OIPD/2019/460). Combino mis actividades
investigadoras con mi pasión: darle la turra a todo el mundo con calamares,
gusanejos, cangrejos, gatitos… Puedes leer sobre cefalópodos y otros
invertebrados en mi cuenta de Twitter, @cefafalopodo.”
El calamar de Humboldt es una especie que despierta gran expectación entre el público, así como un elevado interés comercial. Ambas cosas están relacionadas con el tamaño, la elevada tasa de crecimiento y la extrema voracidad de esta especie, que le permiten pasar de los escasos milímetros cuando nacen hasta más de dos metros de longitud total en menos de dos años de vida. Sin embargo, esta especie tiene numerosas características sorprendentes de su ciclo de vida que mucha gente no conoce: como que durante sus primeros días ni siquiera es un voraz depredador o que pueden modular su longevidad y su tamaño en función de las condiciones ecológicas. Este trabajo está basado en tres entregas, en las que podrás ir descubriendo las singulares características que hacen al calamar de Humboldt uno de los cefalópodos más estudiados. Puedes leer la primera parte aquí.
Figura 4. Paralarva de Dosidicus gigas de 0,69 mm de longitud de manto e identificada molecularmente; nótese que el tamaño de la larva es menor del que tenía en vida debido a la contracción sufrida durante la fijación. La presencia de una única ventosa en los pares de brazos I y II indica que esta paralarva probablemente sea recién nacida. © Fernando Á. Fernández-Álvarez.
El calamar de Humboldt es una especie que despierta gran expectación entre el público, así como un elevado interés comercial. Ambas cosas están relacionadas con el tamaño, la elevada tasa de crecimiento y la extrema voracidad de esta especie, que le permiten pasar de los escasos milímetros cuando nacen hasta más de dos metros de longitud total en menos de dos años de vida. Sin embargo, esta especie tiene numerosas características sorprendentes de su ciclo de vida que mucha gente no conoce: como que durante sus primeros días ni siquiera es un voraz depredador o que pueden modular su longevidad y su tamaño en función de las condiciones ecológicas. Este trabajo está basado en tres entregas, en las que podrás ir descubriendo las singulares características que hacen al calamar de Humboldt uno de los cefalópodos más estudiados. Puedes leer la primera parte aquí.
Ciclo de vida
Los recién nacidos de calamares ommastréfidos están entre los más pequeños dentro del grupo de los cefalópodos, con una longitud de manto (ML) de 1-2 mm (Villanueva et al., 2016). A pesar de ser el gigante dentro de su familia, el recién nacido del calamar de Humboldt, con su 1.1 mm de ML, es la más pequeña entre las paralarvas de ommastréfidos descritas a día de hoy. Al igual que el resto de los ommastréfidos, la paralarva del protagonista de este artículo (Figura 4) presenta una morfología singular, que permite diferenciarla fácilmente de las paralarvas de otras familias de cefalópodos y que recibe el nombre de rhynchoteuthion. La característica que llama la atención de forma inmediata es la fusión de los dos tentáculos en una probóscide, rematada en 8 ventosas y cuya función sigue siendo un misterio (Fernández-Álvarez et al., 2017). Además, las paralarvas de esta familia nacen con ciertas características subdesarrolladas con respecto a los recién nacidos de otros cefalópodos, como los brazos, los sistemas respiratorio, digestivo y nervioso, y el pico (Shigeno et al., 2001). Cuando las paralarvas de los calamares ommastréfidos crecen hasta alcanzar unos ~4-6 mm de ML, se producen drásticos cambios en la morfología de estos caracteres morfológicos, unidos al inicio de la separación de la probóscide en los tentáculos (Shea, 2005), alcanzando un nivel de desarrollo más similar a los recién nacidos de otras familias de cefalópodos (Shigeno et al., 2001).Figura 4. Paralarva de Dosidicus gigas de 0,69 mm de longitud de manto e identificada molecularmente; nótese que el tamaño de la larva es menor del que tenía en vida debido a la contracción sufrida durante la fijación. La presencia de una única ventosa en los pares de brazos I y II indica que esta paralarva probablemente sea recién nacida. © Fernando Á. Fernández-Álvarez.