domingo, 15 de mayo de 2011

25 años después...


por  Sergio Espeso-Gil

25 años parece mucho tiempo, al menos suficiente para que a muchos de nosotros se nos haya casi olvidado lo que aconteció el 26 de abril de 1986 en Chernóbil, de no ser porque meses antes de cumplirse el aniversario de dicha catástrofe, lo hemos vuelto a vivir con el desastre de Fukushima.
Ese día, la explosión del reactor 4 de la central nuclear de Chernóbil liberó una cantidad ingente de radiación, cientos de veces superior a la que puede llegar a liberar una bomba atómica. La gente que vivía en las regiones cercanas no fue evacuada en el momento y el gobierno ruso trató de esconder el accidente hasta que los niveles de radiación en una central de Suecia alertaron a la comunidad internacional. No existe un número contrastado de víctimas, pero el accidente afectó a cientos de miles de personas y al todo el ecosistema cercano a la central.

En este par de videos podemos ver imagenes actuales de la ciudad fantasma de Prípiat, cercana a Chernóbil, tomadas el fotógrafo Marc Samson:

Se calcula que se necesitan cientos de miles de años para que Chernóbil vuelva a recuperarse.

Con el cambio climático, no han sido pocos los defensores de la energía nuclear catalogándola como una energía limpia por no liberar a la atmósfera gases de efecto invernadero. Claro que lo que muchos no saben (entre los que me encontraba) es que las centrales nucleares pueden liberar pequeñas cantidades de líquidos y gases de manera perfectamente legal si está justificado, tal y como apuntó el pasado 26 de abril Alain de Halleux, realizador del documental Tchernobyl Forever, y Roland Desbordes, presidente de la CRIIRAD, en el programa “La Tête au carré”. Así que, decir que las centrales representan una posible solución limpia al cambio climático, es mucho decir.

La consecuencias de un desastre nuclear son enormes, no sólo para la salud humana, sino también para todo el ecosistema. La radiación elimina las sustancias antioxidantes de nuestro organismo, como la vitamina A y E, encargadas de eliminar los radicales libres que esta produce y permitiendo un aumento de la cantidad de mutaciones. Un ejemplo de este efecto lo podemos encontrar en el trabajo de Moller A y Mousseau T, de la Universidad Pierre et Marie Curie, en el que demuestran cómo aquellas poblaciones de pájaros más expuestas a la radiación en Chernóbil han descendido en número, presumiblemente por los bajos niveles de antioxidantes que estas poseían.

Hace poco, un equipo de la revista Nature y de la Universidad de Columbia en Nueva York han realizado una aplicación en Google Earth en donde se muestra la cantidad de población que circunda a las centrales nucleares. Para verla pincha aquí.

Teniendo en cuenta las consecuencias que puede acarrear un accidente nuclear y la cantidad de gente que se puede ver comprometida, ¿merece la pena invertir en este tipo de energía?. Os dejo aquí un link a un documental de Documentos Tv en donde se repasa lo que ocurrió ese famoso 26 de abril.
Bibliografía

Wilson R. (1987). A Visit To Chernobyl. Science 236 no. 4809 pp. 1636-1640.

Moller A.P. & Mousseau T.A.(2007) . Determinants of interspecific variation in population declines of birds after exposure to radiation at Chernobyl Journal Of Applied Ecology 44,909-919.

2 comentarios:

Nuria Serrano dijo...

Un par de enlaces de Greenpeace intresantes sobre energía nuclear:

Fin de la era nuclear

Crisis nuclear en Japón

María dijo...

No sabía que los rusos no evacuaron a la población después del accidente. Me he quedado de piedra. Muy interesante el post, sobre todo por la relevancia actual con el desastre de Japón. Desde luego me han dado ganas de informarme mejor sobre el tema para formarme una opinión sobre la energía nuclear, que todavía no tengo.