miércoles, 7 de diciembre de 2011

Reserva cognitiva


por  María Hernández-Lorca
 
La reserva cognitiva (RC) se define como la diferencia que separa el daño cerebral con la sintomatología clínica, de tal manera que a dos personas con mismo daño cerebral y con sintomatología clínica de diferente gravedad se les atribuye diferente RC, es decir, un cerebro ha soportado peor el mismo daño cerebral que el otro.

Esta definición se basa en un criterio por exclusión, donde tenemos una patología o un daño concreto y una sintomatología clínica dada y la diferencia entre la sintomatología esperada y la encontrada se atribuye a la RC, pero ¿dónde se encuentra esta reserva? y ¿qué podemos hacer nosotros por enriquecer nuestra RC?



Para contestar a la primera pregunta primero tenemos que diferenciar dos conceptos íntimamente relacionados: reserva cerebral y reserva cognitiva.

Reserva cerebral se refiere a las diferencias interpersonales de unos cerebros a otros, las cuales permiten a unas personas hacer frente a patología y/o daño cerebral mejor que a otras. Puesto que estas diferencias se refieren al cerebro en sí mismo son de tipo físico y cuantitativo, como el tamaño cerebral, número de neuronas o sinapsis. La reserva cerebral es un modelo de reserva pasivo, y asume que hay un umbral por debajo del cual todo el mundo sufriría algún tipo de disfunción cognitiva.

Reserva cognitiva se refiere a las diferencias en el procesamiento de tareas que permite a algunas personas hacer frente a patología y/o daño cognitivo mejor que a otras. La reserva cognitiva incluye la reserva neural, diferencias individuales en cuanto a la eficacia, capacidad y flexibilidad de las redes neurales; y la compensación neural, diferencias individuales en cuanto a la capacidad para compensar alteraciones en el procesamiento cognitivo. A diferencia del modelo anterior, este es un modelo activo, ya que el cerebro trata de hacer frente al daño neural activamente utilizando recursos cognitivos que existían antes de la lesión o mediante el uso de procesos compensatorios.

Ambos sistemas se encuentran en estrecha relación, no solo porque ambos se basan en el sustrato neural que cada persona posee, sino porque factores que tienen un impacto directo y aumentan la RC como la educación, profesión y ocio, tienen a su vez un impacto en la reserva cerebral. 


Esto nos lleva a la segunda pregunta, ¿qué incrementa la RC? 

Como se acaba de comentar brevemente, hay muchos estudios que relacionan experiencias vividas como la educación, la profesión que se ha ejercido y el ocio con el aumento de RC. Estos estudios normalmente se han llevado a cabo en el marco de la demencia, especialmente en la enfermedad de Alzheimer. Se ha observado que personas con más años de educación, que han tenido una profesión más exigente mentalmente y que han tenido un ocio relacionado a la actividad mental tienden a tener demencia en menor proporción que las personas con estilos de vida diferentes al descrito, o tienen un inicio de la demencia más tardío.



Este gráfico, sacado del artículo de Stern Cognitive reserve, nos ilustra el modelo de reserva cognitiva en enfermedad de Alzheimer. Una persona con mayor RC tiende a puntuar mejor en los índices que marcan demencia que una persona con menor RC aunque ambos tengan la misma carga de patología de Alzheimer. Además, tienen un inicio de declive cognitivo más tardío que una persona con menor RC. Sin embargo, una vez manifiestan la demencia clínicamente, ésta tiene un curso más rápido.

El ejercicio de nuestra mente parece el eje que marca la RC. Las escalas indicadoras de índices de RC basan sus ítems en ese parámetro, pero cómo se mide la RC es un tema que da para otra entrada en el blog.



Bibliografía:

Stern, Y (2009) Cognitive reserve. Neuropsychologia 47, 2015-2028

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